miércoles, 17 de febrero de 2010

Renacuajos - Ensayo

La unidad Infonavit Iztacalco en México DF, donde actualmente viven alrededor de treinta y cinco mil habitantes en poco más de cinco mil viviendas, construidas hace casi cuarenta años, tiene un lago que se secó desde hace ya mucho tiempo y donde ahora han construido un parque que al igual que el lago, ha sido abandonado por las autoridades y vecinos. Este ex-lago fue el escenario de un evento que me hizo reflexionar acerca del lugar que ocupamos en el Universo, qué papel desempeñamos, cuál es el sentido de nuestra existencia y qué estamos haciendo como especie para una mejor calidad de vida y no me refiero al sueño comercial sino a lo que naturalmente como humanos merecemos. Hace ya algunos años cuando vivía cerca de ese lugar acostumbraba correr por las mañanas alrededor del ex-lago. Había muchos que también se ejercitaban en ese espacio, niños en bicicleta, jóvenes y viejos corriendo o haciendo alguna rutina de ejercicio: así era el ambiente por las mañanas cuando iba a correr allí.

Durante la temporada de lluvia en ese lugar, siendo un ex-lago, se hacían grandes encharcamientos que tardaban mucho en secarse, los cuales había que rodear a la hora de trotar. Como tardaban en secarse estos charcos era natural que se crearan allí un pequeño hábitat para renacuajos y otros animales e insectos. Un día, mientras pasaba cerca de uno de estos charcos (el más grande) me llamó la atención que el señor que iba corriendo delante mío no tuviera cuidado de las pequeñas ranas que empezaban a salir del charco dando sus primeros saltos y fuera aplastando algunas de estas. No le dije nada porque yo mismo no me había dado cuenta de todas las ranitas que había aplastado pues ya había dado como tres vueltas al ex-lago y pasado por allí mismo, es más, cuando me di cuenta, el señor ya iba mucho más adelante y tendría que haberle gritado para que me escuchara. Pero fue más fuerte la atención que me requirió el charco, entonces me dio curiosidad ver lo que pasaba allí: en el charco. Desde niño me llamó mucho la atención la metamorfosis de los renacuajos en ranas y recuerdo muy bien cuando los capturaba en botellas de plástico o envases de vidrio para observar todo el proceso, pero nunca pude verlo completo pues se morían o los tiraba mi madre. Fue hasta ese momento y lugar, allí en el ex-lago, donde pude ver mucho más de lo que esperaba.

A la orilla de charco iban saliendo las ranitas que lograban escapar. Por todas partes del charco se veían grupos de renacuajos que rodeaban a otros. Había renacuajos muy grandes que no habían iniciado el proceso de transformación y otros pequeños a los que ya les empezaban crecer sus ancas e iban tomando su aspecto de rana. Los más grandes que no habían tenido ningún cambio se reunían en grandes grupos y atacaban a los pequeños. ¡Se los comían! Me causó en ese momento mucho asombro que se estuvieran devorando a sí mismos. Ha sido más tarde, luego de leer un poco al respecto, cuando me entero de que los renacuajos comúnmente son herbívoros u omnívoros, pero (y esto es lo que pasaba) si las condiciones para la vida son difíciles pueden bien practicar el canibalismo. No obstante fueron otras las observaciones que también me causaron igual o mayor impresión.

Varios de los detalles que observé de esta parte de la vida de los renacuajos en ese charco son un tanto subjetivos, pues intento hacer algunas analogías de la vida y muerte de estos, (en ese charco donde las condiciones de vida eran adversas) con la vida y muerte que experimentamos (debo aclarar que todavía no he muerto, pero si he presenciado la muerte de otros) quienes habitamos en esta urbe, donde sin temor a ser reiterativo: las condiciones de vida son adversas.

Los renacuajos más grandes se agrupaban y era fácil ver en diferentes puntos, a lo largo y ancho del charco a estos renacuajos grandes atacando a los más pequeños (¿no te recuerda la ciudad?), pero que en su mayoría habían empezado a experimentar algún cambio, así es: los que ya empezaban su metamorfosis. Algunos ya tenían ancas pero les seguía colgando la cola. Acá, la vida de nosotros los humanos en la ciudad se experimenta en muchos sentidos como adversa y actuamos tal como si estuviéramos en cautiverio, pero además con escasa oportunidad de obtener lo necesario para la vida y es por eso que así como en el charco los más grandes se tragan a los más pequeños. Aquí los más grandes... Los grandes renacuajos nos rodean para devorarnos y al igual que en el charco escogen a los que se están transformando, porque una vez que el cambio se ha llevado a cabo la pequeña rana saltará fuera del charco, pero los grandes renacuajos no le permitirán de ninguna manera que sea fácil, primero porque necesitan alimentarse y luego porque ellos mismos no han evolucionado, entonces no son capaces de comprender que el crecimiento o cambio los puede sacar del charco y se resisten evitando la metamorfosis. Todo cambio, transformación, crecimiento, etc., es síntoma de evolución y esto a los grandes renacuajos no gusta.

Los pequeños que logran salir del charco ya convertidos en ranas todavía tienen que librar más obstáculos. Saliendo del charco lo más cercano a un buen lugar para ranas está a pocos saltos, pero entre el charco y el gran arbusto que ha crecido a la orilla del ex-lago y hacia donde se dirigen de inmediato las ranas: pasan los corredores aplastando a la mayoría. El escenario es bastante desalentador para todas ellas, no obstante salen y brincan. Muchas quedan embarradas en el suelo y nunca conocen el arbusto y la oportunidad de desarrollarse al máximo queda trunca. Otras regresan al charco, sólo para ser devoradas por los grandes renacuajos.

No supe cómo era la vida en el arbusto para las ranas que lograban llegar, pero imagino que era un buen lugar pues de allí regresó al charco una gran rana. Caminando al final del charco había una pequeña isla de lodo con un poco de pasto y en una de sus orillas había una rana bastante grande, panza arriba y ya muerta que era devorada por los grandes, y también algunos pequeños: renacuajos.

En este gran charco, la gran urbe, hemos creado el hábitat más adverso que puede haber para el desarrollo del ser humano y no obstante, sucede: el desarrollo humano es posible incluso en estas circunstancias adversas. La metamorfosis del individuo se lleva a cabo pese a todos los obstáculos. Pero igual que en el charco los más grandes devoran a los pequeños. Unos llegan a salir y crecen, y regresan y los devoramos.

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Safe Creative #1308205616606

https://www.safecreative.org/work/1308205616606-renacuajos-ensayo

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